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Adoptan tecnologías y producen más de 30.000 kilos de mandioca por hectárea

Tras varios años de rendimientos inferiores a los esperados y de baja calidad, pequeños productores de Coronel Bogado, organizados en el Comité San Roque Antequera, cambiaron sus prácticas agronómicas e incrementaron sustancialmente sus promedios de rendimiento. Además, lograron un producto de mejor calidad, tanto para el consumo directo, como para la industria.

Cerca de 30 productores, que tienen un promedio de tres hectáreas cada uno, recibieron asistencia técnica del Centro de Desarrollo Agropecuario (CDA) Itapúa Sur del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) para superar los malos años en la producción de mandioca. “Hace dos años comenzamos a trabajar con ellos, periodo en el que incorporamos algunas tecnologías dentro del sistema de producción, y actualmente se pueden ver los resultados”, señaló Diosnel Bareiro, técnico del MAG, en conversación con Diario Campo.

En relación a los principales logros, explicó que la adopción de buenas prácticas permitieron mejorar en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, se aumentó el rendimiento por superficie. Al respecto, recordó que el promedio de este grupo de productores se encontraba entre 18.000 a 20.000 kilos por hectárea. “Hoy, con un cultivo que tiene entre ocho y nueve meses de edad, están con promedios superiores a 30.000 kilos por hectárea”, aseguró.

El otro factor es la calidad del producto. Sobre este punto, el técnico destacó la mandioca que los productores entregan al mercado en la actualidad. “Tiene un altísimo tenor de almidón, que es lo que buscan las fábricas. Igualmente, el producto es muy demandado para el consumo fresco”, expresó.

Cambios en el sistema de producción

Entre las prácticas desarrolladas por los agricultores, Diosnel Bareiro explicó que se adoptaron algunas técnicas para mejorar la calidad del suelo. En ese sentido, mencionó la corrección de acidez mediante el uso de cal agrícola y la descompactación de las parcelas. “Anteriormente, ellos desarrollaban el sistema convencional, con el movimiento continúo del suelo. Por ello, el 90 % de los productores tenían suelos muy degradados y compactados”, expresó.

A partir de la corrección de la acidez del suelo, se estableció una parcela experimental para demostrar el empleo correcto de fertilizantes. También se fomentó el uso de abono verde en invierno, específicamente avena negra, contó.

Por otra parte, se incorporaron nuevas variedades de mandioca. En total fueron siete, que se introdujeron desde Brasil. “Estas tienen mejor tenor de almidón, y se adaptan muy bien en la zona”, manifestó.

Otro aspecto técnico que se ajustó fue la densidad. Al respecto, el técnico recordó que los productores sembraban con una población de 7.000 a 8.000 plantas por hectárea. En la actualidad, es de 12.000 a 15.000 plantas por hectárea.

Igualmente, se orientó a los productores en la desinfección de las semillas antes de la implantación, con el objetivo de evitar el ataque tempranero de enfermedades. El manejo integrado de malezas es otra de las prácticas que comenzaron a desarrollar, mediante el uso de abono verde. Por último, mencionó que ajustaron la estrategia para combatir a las plagas, especialmente la mosca blanca.  “Estas son las prácticas agronómicas que los productores adoptaron, y que hoy tienen muy buenos resultados. No solo producen más kilos por superficie, sino también lograron adelantar la cosecha. Antes cosechaban tras 12 o 13 meses, y ahora ya levantan tras 8 meses”, sostuvo.

 

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